miércoles, 30 de octubre de 2013

Verbitzki


Los hombres parecen habituados a esperar milagros. Pese a que los milagros nunca suceden, por la sencilla razón de que no existen.
Y la ley de medios es el nuevo milagro para los demócratas, los populistas, los progres y demás categorías de hombres (en las que me incluyo) que desean un mundo mas justo, mas inclusivo, mas humano en definitiva.
Se espera de un medio que sea un fin. O sea un milagro.
El medio está. En buena hora. Me congratulo. Pero se espera de él aquello que sólo sucederá si los hombres lo aprovechan. Desconfío. No sólo por la muy probablemente deficiente utilización del medio, sino también por la escasa respuesta de una enorme proporción de conciudadanos cuyas convicciones no son producto de las campañas de los medios dominantes sino que buscan el mensaje de esos medios justamente porque obedece a sus previas convicciones.
Quisiera equivocarme, pero como dijo el profesor Jirafales sólo me equivoqué una vez: la vez en que creí estar equivocado.
Como en una de esas me equivoco (siempre hay una primera vez) les dejo un muy buen artículo de Verbitzki.


4/30
Por Horacio Verbitsky


Cuatro años debió esperar la sociedad argentina para que el Poder Judicial declarara la plena vigencia de todos y cada uno de los artículos de la ley audiovisual, promulgada en octubre de 2009 con el propósito de asegurar la diversidad y el pluralismo de la comunicación por esos medios y “fortalecer una democracia deliberativa”, sin “voces predominantes” que asordinen a otras. El fallo firmado ayer ratifica que, aunque el gobierno no siempre lo advierta, la Corte Suprema sigue siendo uno de los grandes activos de este período democrático.

Con ser extensa e injustificada, esta dilación es apenas una parte mínima de una deuda mayor. Hoy, 30 de octubre, se cumplen 30 años de las elecciones presidenciales que pusieron fin a la última, cruel y extensa dictadura cívico militar. Ninguno de los gobiernos que se sucedieron durante un cuarto de siglo fue capaz de modificar a favor del interés general el restrictivo decreto firmado en su ocaso por Videla, porque los poderes fácticos condicionaron la institucionalidad republicana con la inmensa capacidad de presionar y corromper que ejercen sin pudor, como si fuera un intocable derecho adquirido.

Contra esto se rebeló sin éxito Alfonsín (sobre la base de un dictamen del Consejo para la Consolidación de la Democracia) y simuló hacerlo De la Rúa, con un proyecto de ley que llegó al Congreso y allí quedó para siempre. Sólo Menem consiguió enmendar aquel decreto, porque su proyecto no era la ampliación de derechos colectivos, sino la mayor concentración del poder mediático, que le dio impulso porque lo beneficiaba. La crisis de fin de siglo favoreció que la deliberación democrática ganara espacio sobre los intereses que resistían el cambio. Este itinerario describe bien el de la democracia argentina, que recién entonces pudo plantearse la liberación de los condicionamientos salvajes que la dejaron exánime.

Aquellos proyectos fallidos fueron retomados en la última década por la Coalición para un Radiodifusión Democrática (integrada por tres centenares de organizaciones sociales, sindicales y civiles), que los reformuló en una propuesta de 21 puntos. El gobierno nacional los tomó como insumo para elaborar un anteproyecto que, durante varios meses de 2009, fue discutido en dos docenas de foros que se realizaron en distintos puntos del país. Con los aportes formulados en esos encuentros, el Poder Ejecutivo completó la redacción del proyecto que envió al Congreso. Fue la primera ley anotada artículo por artículo, desde el Código Civil del siglo XIX. Pero mientras aquel código fue obra de un solo hombre, cuyo proyecto se aprobó sin debate, a libro cerrado, la ley audiovisual del siglo XXI fue una creación colectiva. Luego de los foros, cada cámara legislativa escuchó durante semanas a todos los interesados que tenían algo para decir y a raíz de esos planteos introdujo numerosos cambios en el texto que, al cabo de ese intensísimo proceso participativo, fue sancionado con amplias mayorías, imposibles de alcanzar sin el apoyo de distintos partidos políticos.

Si alguna duda quedaba, las audiencias públicas realizadas hace dos meses la disiparon. No sólo los jueces de la Corte Suprema sino toda la sociedad asistieron al contraste entre una visión mercantilista, justificada en una posición liberal conservadora sobre la autonomía de la empresa que no admite límite alguno, y el interés público, que incluye el derecho de todos a expresarse, el de la sociedad a recibir información de fuentes plurales y diversas, y la obligación del Estado de intervenir para asegurarlo. Durante su transcurso, fue evidente que no estaba en riesgo la libertad de expresión sino la rentabilidad del mayor grupo de medios, cosa que el tribunal dijo con todas las letras ayer. Si algún perjuicio surgiera de la aplicación de la ley, los afectados deberían reclamar su indemnización, en un proceso distinto al que concluyó ayer. Sólo el juez Fayt rechazó todo límite a la concentración mediática. Su hermana es la esposa de Claudio Escribano, directivo e ideólogo de La Nación, una empresa asociada al Grupo Clarín en negocios de medios y agropecuarios. Hubiera sido más decoroso que se excusara.

La constitucionalista María Angélica Gelli llegó a decir que sólo una escala económica monumental permitía realizar periodismo de investigación crítico del poder. Este es un concepto insostenible en el país donde un hombre solo realizó las mayores obras del periodismo universal (según la definición de Gabriel García Márquez). Se llamaba Rodolfo J. Walsh. Cuando terminó de investigar Operación Masacre, en 1956, no encontró quién quisiera publicársela, y en 1976 él mismo imprimió y distribuyó su Carta Abierta a la Junta Militar. Tampoco se verifica en el mundo, donde sólo personas o pequeños medios independientes escudriñan allí donde al poder más le molesta.

Esto también se verifica en otros campos. La Corte Suprema fue impiadosa con los abogados mejor pagos del país y destacó en el fallo la deficiente fundamentación de los derechos que defendían. Todo lo contrario sucedió con la austera representación que el Estado llevó a la audiencia, demostración indirecta pero contundente de que no todo se consigue con dinero.

Dos advertencias finales para prevenir excesos de euforia. El Grupo Clarín ya anunció que “respeta las decisiones judiciales” pero que no piensa cumplirlas. En cambio, volverá a judicializar cada intento de llevar la ley a la práctica e incluso recurrirá al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, sobre la base del voto minoritario del tribunal supremo argentino e ignorando el de la mayoría, como de costumbre. Es difícil que prospere, ya que el SIDH sólo entiende en casos en los que se afecten derechos de las personas, no utilidades de los conglomerados empresarios.

Igual que siempre, espera un cambio político para revertir la decisión, como ya anticipó ayer el abogado Ricardo Gil Lavedra, contradiciendo la posición del partido por el que fue diputado. Por último, cuando la ley audiovisual rija para todos, el Grupo Clarín seguirá siendo hegemónico y mucho más poderoso que todos sus competidores, con diario, agencia, fábrica de papel, canal de aire o sistema de distribución por cable y canal de noticias, con la misma capacidad y libertad de informar, opinar y distorsionar que hoy tiene. Si se atiende a sus propias afirmaciones durante el juicio, la concentración que ha conseguido en sus siete décadas no excede del 40 por ciento del mercado audiovisual. Una ley moderada, modesta, sólo le exige que retroceda al 35 por ciento.

miércoles, 23 de octubre de 2013

El chancho es el otro




Este Javier Chiabrando parece yo. Y como yo estoy muy de acuerdo con yo, aquí lo reproduzco a él, o sea a yo.
Eso sí; si no les gusta, la culpa es de él.





El chancho es el otro
Por Javier Chiabrando

Ay, qué emoción, es a mí a quien le toca decidir a quién deben votar los argentinos el domingo. Ya me veía venir que iban a sacar esta contratapa en la recta final de la contienda electoral porque el país necesita a alguien de mi nivel intelectual, gran músico y mejor escritor, y galán argentino en retiro efectivo, que guíe a las masas al destino prometido, cual flautista a los ratones de Hamelin.
Fiel a mis principios republicanos, me sumo a la veda electoral (que no es tan grave como la veda de dólares). Nada de decir Meta Insaurralde, Dale Scioli que son pasteles o Massa déjate de joder con las camaritas, porque se puede ser demonizado por Nelson Castro o Magdalena, que es como morir en vida. Entonces vaya este cuentito aleccionador dirigido a las almas indecisas, a los que se hacen los giles, y a los que lo son.
"Había una vez" un lugar llamado Granja Argentina, que estaba, como toda granja, llena de animalitos de Dios. Entre tantos animales, había un grupete de chanchitos conocidos como los Verraquitos Opositores, que querían sacar del Chiquero Rosado a los chanchos que la ocupaban, que, según dicen, eran malos como las arañas.
Los Verraquitos Opositores probaron todos los medios posibles: soplar el Chiquero Rosado (no resultó, los chanchos no tienen buenos pulmones), piquetes de Lechoncitos Caceroleadores, pedir ayuda a los Cerditos Marines Norteamericanos, o llorarle a la Marrana Lagarde (chancha peligrosa si las hay), que vive en París, en el mismo edificio donde vive la cigüeña que reparte chanchitos por todo el mundo.
Mientras los Verraquitos Opositores estaban dale que te dale, soplando o gruñendo obviedades e incoherencias propias de la especie chancheril, la Granja Argentina seguía adelante con sus buenas y sus malas. La Granja Argentina, más conocida como Chancholandia, era un lugar capaz de generar proezas o dar vida a genios en todas las áreas, y también de aparecer ante el resto de las granjas como impredecible, delirante y caprichosa.
Pero escuchando a los Verraquitos Opositores se tenía la sensación de que en la Granja Argentina todo estaba mal, y que mañana estará peor: el barro más chirle, el maíz más duro y los bebederos envenenados por una variedad mutante de la raza, a la manera de los X Men: el Chancho Perro Moreno.
Los Verraquitos Opositores habían logrado inculcarle a generaciones de cerditos (con ayuda de del Club de Cerditos Periodistas) que cualquier chiquero era mejor que ése. Este cronista, chancho pero no boludo, y Sociólogo Porcino, entendió que la estrategia de los que querían desacreditar a la Granja Argentina era hablar siempre como si a la granja la hubieran construido los otros.
Que el que habla nunca es responsable. Que lo que uno (cerdo o no), hace, dice y piensa, no modifica la vida de los que lo rodean, y menos de la granja toda, tarde o temprano. Y que se puede ser o comportarse como una basura (paraíso de los cerdos), y decir que la basura son los otros.
Traduciendo (porque los chanchos son duros de oreja): a la Granja Argentina la arruinaron los kirchneristas, el FMI, los que votan mal, los que votan bien y los que no votan; y los alienígenas, por qué no; y los chanchos que la habitan se limitan a sufrirla y a poner cara de chancho que va al matadero. De esa forma, todo chancho que no respeta las leyes de tránsito puede quejarse de que el tránsito es una porquería y el que tira los papeles en la calle puede quejarse de que la lluvia tape las cloacas.
Ya lo dijo el Cerdón Franchute Sartre: el infierno es el otro; la presidente de Chancholandia agregó su cuota: La patria es el otro. Yo digo (tema de mi maestría en Sociología Porcina): "el chancho es el otro".
Así se fue construyendo una granja llena de inocentes cerditos que no tenían la culpa de nada. Nadie votó al Chancho Turco que lo Reparió y al Verraco Dormilón de la Rúa; ningún chancho fue cómplice de los Milichanchos Asesinos, ninguno festejó los golpes de estado, nadie evade impuestos, miente ni odia.
Son derechos y humanos desde siempre, son honestos desde siempre, y siempre se preocuparon por la minería y los derechos de los Qom (que en esta metáfora zoológica equivaldrían a los jabalíes), y no aclaran que si un Qom se mudara a su barrio, se irían rajando al country (que es donde viven los cerdos capitalistas).
La costumbre de echarle la culpa a otros incluye a chanchos que tienen o han tenido poder y capacidad de influir sobre la realidad (senadores, diputados, ex ministros) que en campaña electoral hablan como si hubieran nacido ayer y se hubieran encontrado con un chiquero revuelto (por otros, siempre) al que hay que ordenar. ¿Por qué no lo hicieron antes, desde sus lugares de trabajo, de poder?
¿Pueden hablar mal de lo que pasa el Pulcrito Macri, que gobierna la ciudad más importante de Chancholandia desde hace años? ¿Puede rasgarse el costillar el Pigie Terragno, que fue ministro de ministros, o Carrió que prácticamente nació siendo diputada, o Lousteau, Alberto Fernández y Massa que fueron ministros?
¿Puede Binner escudarse en problemas del pasado de la provincia habiendo sido el que en el pasado tenía el timón? ¿No pudieron cambiar las cosas con el poder que acumularon en su momento o son también responsables del caos que denuncian? Enigma porcino, si los hay. ¿O será que cuando tuvieron la posibilidad hicieron una chanchada detrás de la otra?
Así como ciertos dirigentes verracos intentan hacerle creer al resto de Chancholandia de que cada cosa que anda mal es culpa de otro, hay una gran cantidad de cerditos votantes que olvidan (lo que en la jerga chancheril se llama hacerse el chancho rengo) que si sus cosas mejoraron (más trabajo, inserción, chiquero y barro para todos, taza de leche y marlos garantizados), también fue por la gestión de otros, de los chanchos a los que decidieron darle el control de la granja.
Es que los cerditos (pedigüeños sin límite; cualquier día van a pedir que se los trate como a seres humanos; y de clase media) quieren casa, trabajo y comida; pero cuando la tienen, ya andan pidiendo marlos de caviar, chiquero en Punta del Este y porcidólares (que no necesita porque el maíz se paga en pesos o se trueca por mandioca).
A veces es más fácil entender el ciclo reproductivo de las ballenas. Y colorín, colorado, este cuento se ha terminado.

javierchiabrando@hotmail.com
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-41098-2013-10-23.html

miércoles, 16 de octubre de 2013

Maravillosa vida

Los invito a dejar de lado por un rato la lucha contra la reacción, las ganas de pegarle un zapatazo por boludo e infatuado a Cabandie (porque todo fué editado y quizás armado, pero que es un boludo es un boludo), las puteadas por el precio del pan y el tomate y la inacción de Moreno (que es mi ídolo, aclaro) y solazarse con la vida, con la ingenuidad y la pureza de la vida joven, esa que nos dice que pese a todo el universo es maravilloso aunque hacen falta retoques.

domingo, 13 de octubre de 2013

CARTA ABIERTA 14

Muchos la habrán leído. Para los demás, porque la considero lúcida y útil, transcribo la última emisión de Carta Abierta, que extraigo de Página 12 de la fecha. No hay de que





1 Vivimos tiempos de desafío y de riesgo. Tiempos de urgencia y de esperanza. A pocos días de las elecciones, demasiadas cosas están en juego como para no señalar el dramatismo de la hora. Sabemos, siempre lo supimos, que los proyectos transformadores de matriz popular y democrática se enfrentan, tarde o temprano, con aquellas fuerzas poderosas que desde el fondo de nuestra historia, una y otra vez, han buscado sostener su dominio porque creen, con su visión patrimonialista, que el país les pertenece, que siempre les ha pertenecido. Pero también se enfrentan, esos proyectos que suelen ir contracorriente, a las nuevas demandas, que no nacen ni viven del recuerdo de la tragedia previa, sino de las vicisitudes y las emergencias del presente, incluso cuando van en contra de sus propios intereses. Y también se enfrentan, los proyectos como el iniciado en mayo de 2003, a sus propias dificultades y tensiones, esas que nacen de una realidad siempre en estado de extrema fragilidad que nos recuerda la gravedad de una época en la que nada parece quedar a resguardo de los grandes vendavales de un capitalismo global en estado de crisis pero capaz de seguir imponiendo sus decisiones y su hegemonía en la mayor parte del planeta.

Entender el carácter de la ofensiva del capital neoliberal significa desentrañar el grado de dramatismo que hoy amenaza a los proyectos políticos que buscan, sobre todo en Sudamérica, vías alternativas a las que nos condujeron y quieren seguir haciéndolo hacia la intemperie social y económica. La hora es incierta porque está en juego la continuidad o no de una política que ha podido, con sus dificultades y contradicciones, reinstalar en el centro de la escena la disputa por la distribución de la renta material y simbólica. El reforzado frente restaurador, que incluye a las corporaciones económico-mediáticas, a las fuerzas de la derecha, a las expresiones del peronismo conservador y a los neoprogresismos reaccionarios, busca cerrar este momento de reparación de la vida popular. Unos, los poderosos, intentan recuperar el terreno perdido horadando, desde todos los ángulos posibles y utilizando todos los recursos a su alcance, la continuidad de un proyecto que, después de décadas de penurias para los intereses populares, logró reabrir la esperanza en el interior de un pueblo lastimado y saqueado. Otros, las personas comunes, los ciudadanos de a pie, los que viven el día a día con sus logros y sus dificultades, no suelen fatigar los caminos de la memoria a la hora de sentirse seducidos por opciones políticas que cierran a cal y canto cualquier alusión al pasado y a su tragedia social, económica, política y cultural porque, aunque no lo digan, están dispuestas, esas fuerzas hoy opositoras, a implementar aquellas terribles recetas que tanto daño nos hicieron. Exigen, con el derecho que surge de lo reconstruido y de sus propias perspectivas y demandas individuales, seguir mejorando y seguir superando los núcleos duros de la desigualdad, las carencias, las injusticias y las zozobras de la vida cotidiana. Poco tiempo le dedican a valorar lo que se ha conquistado en estos arduos y sorprendentes años en los que el país logró recuperar la brújula de su historia dejando atrás, como no se cansaba de decir Néstor Kirchner, el infierno en el que nos habíamos convertido como sociedad.

Lejos de las capturas ideológicas de largo aliento, más lejos aún de identidades fijas y permanentes, parte de la ciudadanía de esta época mediatizada no suele permanecer adherida a solidaridades cristalizadas. La fluidez, lo efímero, la fetichización del cambio y de la última novedad, la lógica de la sociedad de la mercancía y del espectáculo les exige a los lenguajes políticos y a la propia democracia que aprendan a lidiar con esa persistente fragilidad de las identidades contemporáneas. Nadie tiene la vaca atada. Cada día hay que renovar el vínculo y el contrato de origen. La fugacidad de lo vivido pende como una amenaza recurrente en el interior de una vida social que mide su satisfacción a cada instante y de acuerdo, la mayor parte de las veces, con la narrativa que de esa misma vida social se hace desde las grandes usinas comunicacionales que, en la actualidad, constituyen la avanzada de los poderes corporativos y el laboratorio desde el que se despliegan las nuevas formas hegemónicas que articulan el estado de las conciencias. El riesgo nace de creer que lo conquistado y lo recuperado, aquello que hizo y hace posible el diseño de una sociedad capaz de reconstruir lo que había sido brutalmente destruido, no depende –hoy, acá y en estas horas decisivas– de la continuidad del kirchnerismo.

Algunos, los poderosos, los que han ejercido a discreción –y apelando muchas veces a la violencia homicida– el poder en la mayor parte de la travesía histórica del país, saben que no se puede seguir permitiendo que un proyecto nacido de antiguos sueños de justicia e igualdad siga pronunciando ese camino que acabe invirtiendo décadas de dominación y sometimiento. Saben que la llegada del kirchnerismo vino a sacudir un estado de injusticia y de derrota de las tradiciones populares. Que vino a interrumpir la continuidad de la barbarie social y la ampliación de la desigualdad al mismo tiempo que reabrió la posibilidad de reconstruir la tradición de una lengua emancipatoria que hoy recorre una parte sustantiva de Sudamérica. Sabe, también, que no puede permitir la prolongación en el tiempo de un proyecto que le ha devuelto a la multitud invisible la potencia para encarar con energía renovada profundas transformaciones en el interior de una realidad social que sigue siendo un territorio en y de disputa. Sabe, a su vez, que la ampliación de derechos multiplica las voces dispuestas a defender lo conquistado y a oponerse a los intentos de restauración del poder neoliberal. Es simple su intención: cortar de cuajo lo que nunca tenía que haber ocurrido, sellar, por inactual e imposible, la invención democrática que renació hace diez años cuando nada ni nadie lo podía preveer o imaginar. Van, una vez más, por la reconquista de sus privilegios y por la plena posesión del poder de decisión. Quieren terminar con una atrevida política que reinstaló entre nosotros la esperanza de la igualdad. Ellos no confunden ni se confunden, saben cómo y contra quien tienen que descargar toda su artillería destituyente.

Otros, los bienintencionados, los que suelen identificarse con posiciones progresistas, prefieren instalarse en la lógica de la demolición asociándose a la feroz campaña que desde las usinas del poder mediático se viene desarrollando contra el Gobierno. Son los eternos buscadores de una “república virtuosa”, esa que supuestamente yace en un oscuro filón de la nación, extraviada después de los tiempos del primer centenario, y sometida una y otra vez –eso piensan y proclaman sin sonrojarse– por los populismos demagógicos, al vaciamiento y la corrupción. Sin encontrar ninguna incompatibilidad, allí donde buscan convertirse en los heraldos de los valores republicanos, suelen confluir con los poderes corporativos y, siempre, terminan por travestirse a imagen y semejanza de esos grupos privilegiados. Pero, eso sí, en nombre de la República y de su salvación. Lo que no dicen o no saben es que cada vez que esas fuerzas se alzaron para defender la “virtud amenazada de la república” no hicieron otra cosa que destruir derechos, aniquilar libertades y vaciar de contenido a la propia vida democrática. Ofreciendo un rostro y una retórica supuestamente progresista, arropados en banderas de larga prosapia libertaria, terminan por volverse funcionales a los verdaderos diseñadores de las estrategias destituyentes: el poder económico-mediático que va en busca de la restauración conservadora.

Es por eso que, en esta hora compleja y desafiante, nos dirigimos a los hombres y mujeres de nuestra patria que no renuncian al sueño de una sociedad más justa. Que, con toda honestidad, asumen como propias, en ocasiones, las críticas más despiadadas e injustas que, construidas en el laboratorio de la derecha corporativa, acaban convirtiéndose, sin que lo visualicen, en parte de su propio sentido común y en la entrega de sus ideales democráticos a quienes no han hecho otra cosa que vaciarlos de todo contenido emancipador. Los llamamos a que, sin dejar de sostener sus tradiciones y sus diferencias, sepan reconocer la abismal distancia que separa a un proyecto –con sus aciertos y sus errores– que no ha dejado de inclinar la balanza hacia el horizonte de un país más igualitario y democrático, de aquellos sectores dominantes y hegemónicos dispuestos a quebrar en mil pedazos esas esperanzas que en los últimos diez años no han hecho más que multiplicarse.

Detrás, muchas veces, de retóricas seudoprogresistas buscan seducir a ciudadanos que, de saberlo, no estarían dispuestos a acompañar sus estrategias reaccionarias. Pero también se montan en el sistemático esfuerzo por despolitizar, a través de los lenguajes massmediáticos, a quienes han sido sujetos de la reconstrucción y la ampliación de derechos sociales, civiles y culturales. Avanzan disputando sentido común y opinión pública. Utilizan el espectacular poder de fuego de las corporaciones comunicacionales siempre dispuestas a reforzar los intereses de los grandes grupos económicos y a amplificar la contra revolución cultural que el neoliberalismo viene desarrollando globalmente. Buscan desprestigiar y debilitar hasta la extenuación a un gobierno que, a contrapelo de las tendencias mundiales y en consonancia con algunos países de la región, se atrevió a desafiar el orden establecido. Ellos sí que van por todo: van por la liquidación de los derechos, van por la ampliación de su renta, van por la perpetuación de su poder, van contra los deseos tumultuosos de las mayorías que siguen soñando la igualdad, van contra las demandas de memoria, verdad y justicia y por la impunidad de sus propios crímenes. Ellos saben lo que está en juego, saben cuál es el corazón de la disputa y de qué modo golpear contra la Presidenta y contra un proyecto que ha sido capaz de romper la terrible continuidad de una dominación implacable que llevó a la peor de las intemperies sociales, políticas, económicas, culturales y jurídicas.

Son momentos donde se manifiesta con su fuerza silenciosa la ironía de la historia: por un lado, la conciencia pública democrática se halla sumida en un gran debate; por otro lado, esa misma conciencia se halla aprisionada por enormes operaciones mediáticas que sobre el idioma real de la historia, sobreponen el idioma vacío del miedo y de una abstracta reparación moral. De este modo, esa dramática distancia entre la vida real, con sus cotidianas realizaciones y sus rumoreos deshilvanados, se yergue en términos de un gran poder mediático que traba la expresión genuina de los intereses sociales con una expresión repleta de pulsiones fantasmales: es un modelo de conclusión de un ciclo como anunciación de un “modelo de llegada”, el de un candidato que ha convertido su nombre en un algoritmo y sonríe en las carreteras de entrada a la ciudad con la pinta entradora de vendedor de terrenitos a plazos, dispuesto a cualquier señuelo.

2 Ante tales circunstancias, es necesario reponer todo un diccionario de ideas y de correspondencia entre éstas y las definiciones más clásicas de un acervo político que está también amenazado. Se trata de analizar una vez más los resultados del capitalismo en el plano de sus acciones reales sobre la materia histórica, y en el plano de sus fantasías ideológicas. Un cuarto de siglo pasó desde la reconfiguración que sobrevino con el fin del mundo bipolar. El velo de la promesa democrática y de un mundo en paz, con la que Occidente batalló para obtener la hegemonía conquistada, ha caído. Se ha impuesto una única “verdad”, la de un capitalismo que no tolera diferencias y organiza, por el contrario, cruzadas uniformadoras de sistemas económicos, modelos políticos, culturas y proyectos de pueblos y naciones. Es en perspectiva, el diseño de un futuro global a medida de un Imperio que impone su ley, otorgándole a ésta el valor de “justicia universal”. La ilusión de un capitalismo humano, instalada durante la “edad de oro”, iluminada por los estados del bienestar de las socialdemocracias europeas, se derrumbó, dejando revelado haber sido una estrategia de competencia con el “mundo socialista” caído, más que una opción programática de burguesías con sentido social. Cristina llamó anarcocapitalismo financiero a esta hegemonía de un sistema depredador y llamó a recuperar lo mejor de aquello que pudo o quiso a duras penas construir el propio capitalismo cuando tuvo que atender las demandas de las grandes mayorías que se rebelaban contra una antigua trama de injusticias. Eso es lo que se ha acabado en los países centrales.

Es Sudamérica el lugar en el que, a contracorriente, se busca defender derechos y conquistas que recuerdan al Estado de Bienestar, pero que quieren ir más allá. Eso lo sabe el poder hegemónico y ha buscado y lo seguirá haciendo quebrar estas experiencias popular-reparadoras. En nuestro país, muchos que se ofrecen como portadores de una perspectiva “progresista” no hacen más que movilizar sus recursos retóricos e ideológicos a favor de la ola liberal-conservadora que viene arrasando los derechos de las mayorías en los Estados europeos. Esos “progresistas” han defendido a Capriles y atacado las opciones populares sudamericanas en nombre de la “virtud republicana”, del mismo modo que han derramado todos sus prejuicios sociales y raciales al caracterizar a los habitantes de los barrios marginales y pobres del gran Rosario como “inmigrantes de origen toba o de Bolivia y Paraguay” que traen su pobreza desde “fuera”. Un lastre “indio y extranjero” que no es responsabilidad del gobierno “progresista”.

El último cuarto de siglo ha sido de guerras e invasiones. Irak, en dos oportunidades, el descuartizamiento de Yugoslavia con intervenciones puntuales de las grandes potencias en cada uno de sus conflictos, Afganistán, Libia, y ahora la latente amenaza sobre Siria. También este tiempo ha sido de un capitalismo financiero que organizó el mundo desterritorializando la producción industrial y deslocalizando el trabajo con el fin de reducir los salarios, ampliar las ganancias, destruir las conquistas de los trabajadores, desarmar sus organizaciones y movilizar el capital de un lugar a otro, sin límites, sin controles, ampliando hasta los niveles más desmesurados las esferas financieras en las cuales las oligarquías más poderosas del globo se apropiaban de la parte del león de las ensanchadas plusvalías. Los cantos de sirena de una era posindustrial o de una época del fin del trabajo, contrastan con las maquilas de salarios miserables, jornadas extensísimas de trabajo y condiciones de precariedad y pobreza de las grandes masas populares.

Sin embargo, para el objetivo de un mundo único y uniforme no alcanzaba con resolver el pleito bipolar. La nueva hegemonía se lanzó a adocenar un Tercer Mundo que desplegaba proyectos propios, que había organizado Estados para impulsarlos, librado luchas de descolonización y liberación; un Tercer Mundo en el que se habían conformado movimientos nacionales y populares y afirmado ideales de emancipación y autonomía, pero que también sufriría de errores, desaciertos y derrotas nacidas de experiencias que se encontraron ante sus propios límites y sus propias fallas. La ideología neoliberal de privatizaciones, desintervención pública, apertura irrestricta a las inversiones externas, flexibización laboral, culto a los mercados –especialmente a los financieros– fue predicada y practicada como poderosa lógica de desorganización de Estados, regímenes previos, pensamientos críticos, modos de vida, valores, costumbres y creencias. Así recuperó y amplió su hegemonía el capitalismo neoliberal. Sobre esta tierra arrasada hoy se despliega la, tal vez, mayor de sus crisis.

Los programas de ajuste en Europa, las campañas militares en Africa y Asia, el ninguneo de las Naciones Unidas, la naturalización de la función de un gendarme universal, el manejo unilateral de la emisión de moneda mundial por parte de la potencia hegemónica, denotan la decisión del mundo central de agudizar la crisis para que se resuelva sobre la base de ensanchar y profundizar el paradigma regresivo de polarización social y concentración de la riqueza y del poder. Pero, en la última década se abrió una grieta en esta humanidad desolada, arrasada y desilusionada por un sistema que se había sentenciado a sí mismo como definitivo e irreversible. Una esperanza creció en América latina. Una esperanza que fusionó el renacer de culturas milenarias, con las gestas de la independencia y las experiencias populares de mediados del siglo pasado. Nombrar a los que encendieron ese nuevo fuego siempre es imprescindible: Chávez, Lula, Kirchner, Evo, Correa, Cristina. Sus nombres están ya indisolublemente ligados a la recuperación de utopías, dignidades y voluntades transformadoras.

Así, la reciente participación de Cristina en el G-20 fundó un nuevo momento. Un discurso y una gestualidad de autonomía rompió con el diseño de un ámbito organizado para un consenso unánime que consagrara la voluntad de los países centrales. Señaló la complicidad de los EE.UU. con los fondos buitre, reclamó por un regreso a un genuino multilateralismo y denunció que la paz no se construye con guerras. Días después profundizó su pronunciamiento en la Asamblea de las Naciones Unidas, sostuvo que no hay guerras justas, denunció la hipocresía de las potencias que hablan de diálogo y no se sientan a conversar cuando peligran sus intereses coloniales, criticó a quienes preparan intervenciones armadas en nombre de la paz –cuando previamente fueron proveedores directos o indirectos de las armas con las que se despliegan los conflictos–, pidió la restricción y regulación de las lógicas anárquicas y perversas con las que se maneja el capital financiero internacional, reclamó sobre una reforma del orden internacional que favorezca el mayor peso de la opinión de las naciones periféricas, exigió el cumplimiento de los acuerdos entre países. Es claro que nuestra Argentina y nuestra América latina batallan contra intentos restauradores. Como siempre, éstos se siembran de adentro y de afuera. Los fallos de la Justicia norteamericana contra nuestro país revelan el propósito de un disciplinamiento “ejemplificador”. No se trata sólo de la imposición de una lógica de la financiarización, que hasta puede resultar dañada por la desmesura de hacer caer una reestructuración de deuda magníficamente lograda, si no de la priorización de una actitud nada amistosa contra una nación y una región que han recuperado una política internacional independiente, avanzado en proyectos económicos transformadores y reconstruido sus Estados nacionales. Los actos de espionaje sistemático llevados a cabo por los EE.UU., violatorios de la soberanía de nuestros países han generado reacciones dignas, impensables hace apenas una década, como la de Dilma Rousseff que canceló su viaje a la superpotencia. También hubo una firme y solidaria respuesta frente al grave secuestro que sufriera Evo Morales por parte de potencias europeas unos meses atrás.

Todo ello acontece mientras grupos económicos locales, mediocres oposiciones políticas, y medios monopólicos que pretenden comandar la erosión del proyecto popular, acechan para medrar con el producto de devaluaciones y turbulencias de caminos regresivos. La ilusión de un “gran empresariado adicto”, heredado de otras épocas y otros proyectos de país, se desvaneció en estos diez años. Sus exponentes no sólo aumentan precios y provocan inflaciones que erosionan el ánimo popular, si no que conspiran por nuevas megadevaluaciones del peso para engrosar fortunas que reposan en negocios financieros internacionales luego de utilizar cuantas vías de fuga idean astutamente. Sus figurantes de escena, repetidores de discursos vetustos rellenos de frases de ocasión, han mudado de escenario y militan activamente en entramados opositores apostando al “fin de ciclo”.

Es una hora dramática, en la que los proyectos políticos transformadores de nuestro continente deben repensarse y, dentro de ellos, su lógica de alianzas. Alianzas imprescindibles para su consolidación y profundización, dos términos inescindibles, pues congelar el presente, detener los cambios, conservar sólo lo hecho, más que insuficiente resulta imposible. Los restauradores dicen que quieren poner un freno, pero pretenden bombardear lo construido, aleccionar contra las ansias de cambio, naturalizar la decadencia neoliberal. Por eso prometen un país “serio”, reinsertado en el mundo, tan “moderno” como la podredumbre que impúdicamente exhiben las economías del norte desarrollado. Son tiempos de afirmar el proyecto, a la vez que de reencauzamiento de rumbos. Exigen acelerar los pasos de la unidad e integración regional, a la vez que priorizar las construcciones políticas y la movilización popular. De construcción de más Estado. De políticas que, con participación popular, ensanchen más aun la ciudadanía. De ampliar las mejoras en la distribución de la riqueza, porque queremos y hace falta más. De formalización plena de los trabajadores. De mayor acceso de los campesinos a la tierra. De mayores derechos para los pueblos originarios. De despliegue del acceso a la vivienda. El kirchnerismo con sus grandes aciertos y también con sus errores, ausencias, deudas pendientes y limitaciones marcó una dirección popular y democrática tan profunda que sólo admite, desde una mirada emancipatoria, la crítica que tiende a fortalecerlo. La vocinglería opositora que le señala insuficiencias para debilitarlo, aunque acierte muchas veces en desnudar la falta, aunque luzca centroizquierdista, confraterniza con el intento oligárquico de consumar el “fin de ciclo”. Porque lo que está en juego no es el éxito o fracaso de una gestión, entendida como un agregado de medidas o políticas, sino el sentido de una época. No hay profundización de ella sin continuidad, o para ser más dramáticos, sin futuro del kirchnerismo como fuerza transformadora en el poder. Los que quieren ordenar, poner fin al tumulto, limpiar la escena, enaltecer la corrección, ser héroes de la buena conducta, se proponen como el cementerio de los proyectos transformadores.

La demolición, que provocó e inició la dictadura cívico-militar en 1976, de una Argentina con empleo digno y solidaridades sociales, estructuras políticas que identificaban clases, culturas y proyectos, aún no fue revertida plenamente. Los años del proyecto popular en curso recuperaron el paradigma del trabajo, la vocación de autonomía nacional, el rol de lo público y los ideales de igualdad y justicia. Pero la estructura concentrada y extranjerizada de la economía permanece y resulta de difícil, aunque necesaria reducción. Si bien la desigualdad disminuyó, subsiste aun la fragmentación política, social y sindical. Una tercera parte de los trabajadores ocupados permanece en la informalidad, si bien se han tomado medidas históricas con la legislación del trabajo rural y en domicilios particulares. La volatilidad de políticos profesionales que migran como miserables oportunistas desde cargos importantes detentados en un gobierno que promovió un viraje profundo en la política argentina hacia opciones regresivas del pasado revertido, ejemplifica sobre carencias de la política argentina del presente, aunque ésta haya recuperado su función de actividad transformadora. Es necesaria una iniciativa más enérgica para emprender construcción política y ensanchar la capacidad e intensidad de la movilización popular que impregne de otra densidad a la militancia, a la pertenencia, a la participación, a la adhesión y a la simpatía por el proyecto transformador. Hace falta transitar hacia una democracia profunda en la que la instancia electoral consagre, en ese momento culminante, la voluntad y pasión que se construye permanentemente en un ideal compartido de sociedad integrada y fraternizada. Es el gran desafío para la continuidad.

El actual es un momento crucial. Es época de generar esperanzas. De plantearle a la sociedad compartir un programa para la profundización de un proyecto que ha resultado tan exitoso como justo. Han sido diez años de avances prodigiosos. La escena de un pueblo hambriento, marginado y sin trabajo ha sido reemplazada por un tiempo de disputas sociales por mejorar las condiciones de vida, por alcanzar la igualdad. Toda una política de gobierno signada por el sentido de la ampliación de derechos es la que convoca, y nos convoca, a jugar nuestra pasión y la acción para sostener ese sentido peleando por la continuidad de esta política ahora y en el 2015. Memoria, verdad y justicia. Convenios Colectivos. Salario Mínimo. Recuperación del sistema de jubilación de las manos de la especulación financiera. Mejor distribución del ingreso. Aumento del presupuesto educativo. Asignación Universal por Hijo. Matrimonio igualitario. Ley de servicios de comunicación audiovisual. Nueva Carta Orgánica del BCRA. Autonomía frente a las políticas del FMI. Resistencia frente a los fondos buitre. Despliegue de las cooperativas de trabajo. Mejora sustantiva en los ingresos de los jubilados. Gobierno civil de la política de defensa. Desendeudamiento. Nacionalización de YPF, Aerolíneas y aguas. El plan Procrear, que acaba de expandirse... Una lista extensísima, abierta, de no acabar. Hubo tiempos en los que la sorpresa de los nuevos hechos de la gestión, que invertían las consecuencias del neoliberalismo, alcanzaban por sí solos para obtener el respaldo ciudadano. Hoy se requiere más. Es justa y necesaria la promesa, el dibujo de un futuro, la convocatoria a participar en la profundización de una gesta. Establecer el contraste, la contracara que puje contra la declamación de las derechas, los “pragmatistas” y los falsos “centroizquierdistas” que han hecho de la difamación una propuesta política, de la falla la impugnación del todo, de la virtud la impostura, del resultado de una política la casualidad de una ocasión. Es una hora de más hechos, argumentos y debates. Esgrimir sólo el balance no es suficiente.

Las últimas medidas tributarias mejorarán notablemente los ingresos de los trabajadores formalizados, así como comenzarán a trazar un camino de justa imposición a la renta. Pero queda pendiente una reforma tributaria integral que acentúe la mejora en la progresividad del sistema que comenzara con la implantación de las retenciones a las exportaciones agropecuarias. Una profunda discriminación de los productos y tasas para el gravamen del IVA, liberando del mismo al consumo popular e intensificando la imposición de los bienes suntuarios sería parte de la misma. También la recuperación del impuesto a la herencia que fuera eliminado por la dictadura terrorista. El aumento de los aportes patronales revertiría la reducción de los mismos que constituyó parte de las políticas de “flexibilización” laboral. Fueron muy significativos los recientes cambios introducidos en el régimen del monotributo y beneficiarán a sectores de ingresos bajos y medios.

Además, ha sido muy importante la legislación que suspende los desalojos de los campesinos, como así también el comienzo de las tareas para reconocer la posesión y propiedad de la tierra por parte de las comunidades indígenas, mediante el establecimiento de su propiedad colectiva sobre las mismas. Sin embargo, es necesario profundizar más aun esta justa política, disponiendo la titularización de esas tierras y emprendiendo una política integral que avance en la generación de conciencia y la adopción de criterios que reconozcan el carácter social que define a ese recurso natural estratégico.

Muchas veces el gobierno ha reaccionado con atraso. La política ferroviaria y la energética han transcurrido por caminos erróneos en una larga fase del proyecto nacional en curso. Las consecuencias fueron dolorosas y costosas. Sin embargo, esos desvíos hoy se encuentran en vías de corrección y se han adoptado medidas de fondo para reestructurar esos sectores. Pero los daños causados a la marcha del proyecto no han sido menores, aunque siempre las transformaciones reparadoras fueron tomadas desde una perspectiva de profundización.

Para hacer posible la aplicación de un derecho básico para los ciudadanos como es el derecho a la salud, hoy todavía tropezamos con un sistema fragmentado y desigual que debe transformarse, avanzando en la planificación de la salud, adoptando así, un criterio inverso al de los países de la Alianza del Pacífico, donde la exclusión es creciente debido al predominio del paradigma de la mercantilización. Sin embargo, ha habido avances importantes, a través de múltiples acciones emprendidas por el Ministerio de Desarrollo Social, como la Asignación Universal por Hijo, la ley de procreación responsable, las medidas contra la violencia de género, la ley de salud mental, la ley antitabaco, un amplio plan de vacunación obligatoria y el tratamiento gratuito del VIH-sida. La postergada reglamentación de la producción pública de medicamentos es una de las incomprensibles demoras que deben ser reparadas.

A los momentos críticos, a las dificultades, el Gobierno las enfrentó siempre con medidas e iniciativas fieles al sentido de su proyecto político. La derecha opositora, en sus versiones burdas o travestidas de “centroizquierdistas” repite monocordemente las mismas impugnaciones, cualquiera sea el lugar de América latina que se trate: corrupción, inflación, inseguridad. Una receta única para esmerilar gobiernos “populistas”. La primera siempre resulta condenable, aunque el capitalismo suponga su existencia sistémica. La inflación siempre debe ocupar, pero la derecha pretende convertirla en el eje de la economía para aplicar planes de ajuste y reducción del salario, mientras que una política más efectiva para enfrentarla sería redoblar los controles, sistematizarlos, disciplinar a los empresarios, ampliar significativamente las formas y prácticas de comercialización estatal, provincial y municipal directa de bienes esenciales. Bienvenida y oportuna la mesa de diálogo que abrió Cristina para abordar los acuerdos que persigan restringir los aumentos de precios. La inseguridad, que los medios hegemónicos instalan y silencian en dosis que manejan a conveniencia del poder concentrado, constituye un problema estructural de las megalópolis “modernas” nacidas del capitalismo anárquico, guiado por el paradigma del más crudo individualismo; controlar, discriminar, perseguir y encerrar adolescentes condice con las lógicas del chivo expiatorio para disipar el reclamo de las víctimas sin resolver, o más aun, agravando lo que se enuncia querer solucionar. Cualquier estrategia de mano dura favorece la ampliación de la complicidad del delito con integrantes y jefes de los cuerpos de seguridad. Contrariamente la estrategia de construir una “seguridad democrática” y el camino de abordar la especificidad juvenil abren la esperanza para reducir inseguridades e injusticias. El kirchnerismo, desde su inicio, ha cuestionado las salidas punitivas o la apelación “salvadora” a la mano dura como fórmulas mágicas para combatir el delito. Hoy, como ayer, esa debe ser su brújula a la hora de intentar nuevos caminos ante una problemática extremadamente compleja que no tiene una solución lineal.

3 No resulta sencillo ir contra el prejuicio y el resentimiento, pero más difícil es intentar explicar el odio que, de un modo incisivo y sistemático se difunde por ciertos medios de comunicación, y va más allá de todas las diferencias políticas para anclarse en una visceral inhumanidad. Lo que se despliega por el éter informativo en estos días argentinos es, cuando de lo que se trata es de horadar y debilitar al Gobierno, una estrategia inclemente que no se detiene ante ningún obstáculo ni conoce la frontera del respeto y la compasión por el padecimiento del otro. Esa estrategia encuentra su correspondencia en algunos sectores de la sociedad que, sin ningún disimulo, se regodean en ese modo antagónico a toda forma de convivencia democrática. Escudándose en una “moralidad virtuosa”, en la apología de una república añorada desde que la “demagogia populista invadió la nación”, movilizan todos los recursos a su disposición para hacer naufragar un proyecto que, después de décadas de impunidad de los poderes reales, se plantó frente a los “dueños del país” defendiendo los intereses populares.

El odio y la visión canalla del mundo se conjugan en aquellos “periodistas” que buscan golpear a la figura presidencial. Vuelve sobre nosotros un discurso de una violencia que habíamos imaginado sellada en nuestra historia pero que regresa intocada de su viaje por el tiempo. Deseo de muerte, goce con el padecimiento y la enfermedad del otro, en este caso de Cristina como antes de Néstor Kirchner o, más lejos en el tiempo, de Evita. Virulencia. Comparaciones históricas infames: primero con el nazismo, después con el fascismo y, ahora, con el lopezreguismo. Literalmente se mofan de las víctimas reales de la historia y juegan con los límites para transgredirlos. En el deseo de ellos está lo peor. El odio es su estrategia y buscan multiplicarlo penetrando una zona oscura de nuestra sociedad que se reencuentra con una parte espantosa de sí misma, aquella que cristalizó en la frase “viva el cáncer” cuando Evita luchaba por su vida. El odio sólo construye destrucción. Por eso, hoy más que nunca, compromiso con la democracia, militancia de las ideas, rebelión contra los canallas y redoblamiento de la participación para continuar transformando el país en beneficio de las mayorías.

Dos años que serán tan largos como disputados transcurrirán entre las elecciones de octubre y las de 2015. Lejos de reflexiones como las de “fin de ciclo”, en las que se sumerge una intelectualidad antipopular, incluso perteneciente al antiguo cuño de una extraviada progresía liberal, que anida y alienta una restauración de gravosas consecuencias, elegimos ampliar nuestro compromiso con ideales y sueños de liberación nacional y emancipación humana, cuyo devenir juega su suerte en la etapa histórica argentina junto al actual proyecto. La crítica no es, afirmamos, el ascético ademán de la disolución, la descalificación y la injuria. Es, ante todo, el acto libertario de develar las formas que asumen la dominación, la injusticia y otras formas de violencia invariablemente ejercidas sobre nuestro pueblo, y como tal su ejercicio es inherente a la alternativa política que ha dado en llamarse kirchnerismo. No cejaremos en el esfuerzo por convocar a compañeros que buscan destinos similares a los nuestros y permanecen fuera del proyecto, a ensayar un camino en común para fortalecerlo y bregar por cambiar lo que haya que cambiar. Porque hemos optado por el lado de los más débiles de la Historia y de esta historia de confrontación con las corporaciones del poder. Porque hemos reconocido la extraordinaria voluntad de reparación que irrumpió en el 2003 de la mano de Néstor Kirchner, una voluntad que nos devolvió el sueño de un país justo. Porque valoramos la entereza, el coraje y las convicciones de Cristina que, sobreponiéndose a dificultades por todos conocidas, no ha dejado de asumir un compromiso ejemplar con su pueblo. Ese es, también, el sentido que elegimos dar a nuestras vidas.

PD: Muchachos de Carta Abierta, aprendan a hacerla corta. Yo sé que a ustedes los "inteleptuales" le gusta el cotorreo, pero decanten sus ideas y paren el floreo; la carta es buena,pero algo mas conciso será beneficioso. Y no sigo porque parezco un inteleptual que cotorrea

miércoles, 9 de octubre de 2013

¡Heil Baseotto!


















Hace unos días hice una entrada referida a la graciosa jubileta de Su Flatulencia Reverendísima ex Obispo Castrense Raúl Baseotto.
Hoy encuentro por primera vez una referencia periodística del hecho, originada en el recurso presentado por la Secretaría de Culto contra la increíble medida.
Si la actuación de los Jueces es un “shcándalo” (diría Lilo Solanas), la de la Fiscal de Cámara es igual de escandalosa, ya que para decirlo en términos jurídicos se hizo olímpicamente la boluda.
Honestamente yo me preguntaba si la falta de reacción no se debería a una decisión originada en el costado boludo de Cristina (en mi opinión, por supuesto), cual es su mística postura en relación a los enviados del Señor y su mensaje, costado hoy reforzado -tal como en buena parte de la ciudadanía- por el hecho de tener la Iglesia un Papa “fatto in casa”. Gracias a Dios estaba equivocado.
Pero no es de eso que quería hablar (aunque alguno podrá decirme: ¿y entonces porque miércoles lo habla?) sino del monto probable de la Jubilación Sacrosanta.
Se dice en el artículo citado que el monto de la Jubileta Reverendísima oscilaría alrededor de los 13000 a 15000 pesos. Mi suposición es de alrededor de 40.000 pesos mensuales.
Cualquiera sea la cifra igual sería el “shcándalo” que implicaría, pero en resguardo de mi buen nombre y honor aclararé de donde salen mis números:
1- La ley 21540 establece en el artículo 1° “y el vicario castrense para las Fuerzas Armadas, que cesen en dichos cargos por razones de edad o de invalidez, gozarán de una asignación mensual vitalicia equivalente al setenta por ciento (70 %) de la remuneración fijada al cargo de Juez Nacional de Primera Instancia en el Presupuesto General de la Administración Pública nacional”.

2- El decreto 1216/2003 establece “en el artículo 1° “la base de cálculo para la determinación de las asignaciones establecidas por las Leyes N° 21.540 (B.O. del 3 de marzo de 1977) y N° 21.950 (B.O. del 15 de marzo de 1979), deberá comprender el adicional por permanencia en la categoría y antigüedad de 30 (TREINTA) años de la remuneración correspondiente al cargo de Juez Nacional de Primera Instancia, tomándose como referencia la escala de remuneraciones vigentes del PODER JUDICIAL DE LA NACION”.

3- Mi investigación para determinar la remuneración de Jueces y demás valores, tal como para todos los casos se basa en el siguiente mecanismo: a) Busco en Google, b) Busco en Google y c) Busco en Google. Si esas alternativas fallan, entonces busco en Google.

4- El valor encontrado para la remuneración de Juez Nacional de primera instancia lo fue en un cuadro de 2010 en la página de los magistrados de la Plata
http://www.magistradoslp.org.ar/
y en el apartado
http://www.magistradoslp.org.ar/notas.php?id=%20161
y lo agrego a continuación
No poseo los porcentuales de incremento de 2011 y 2012. Los supondré similares al de 2013, que fue de 10 % según entiendo. Así que el valor actualizado resultante sería de $ 40901

5 En algún lugar del que lamentablemente no tomé nota encontré que el porcentaje recargable por antigüedad sería del 2,5 % por año. Utilizaré este valor, que es compatible con el verificado en un detalle de sueldo del Poder Judicial de Santa Fe al que tuve acceso (debido al federalismo los provincianos copian lo que hace la Nación, usualmente). El valor emergente para 30 años en virtud de lo indicado en el punto (2) sería de $ 30675.

6 El adicional por permanencia ordenado en el decreto citado en el punto (2) correspondería al 11 % del sueldo, deducido también del sueldo del Poder Judicial de Santa Fe que antes mencioné. El valor correspondiente sería $ 4499.

7 Así que ahora sumamos todo, lo que arroja $ 76075, tomamos el 70 % de esa cifra según lo dispuesto en la Ley según punto 1 y arribamos al fabuloso valor de $ 53252. Como yo soy modosito y esa cifra me espanta, afirmé que la jubilación sería de alrededor de $ 40000 (cifra que también me espanta, claro).

Según mis cálculos y pese a que el INDEC miente, con esa cifra podrá hacer frente al gasto mensual de hostias, agua bendita y piedras de molino.

Dios no lo quiera

PD: Lo dicho sobre la noticia periodística refuerza mi convicción de que el periodismo argentino es en general una caca.No hace ningún esfuerzo para verificar datos, cobra y a cantarle a gardel. Porque en vez de preguntar a alguien de Cancillería, como dice en la nota, debió haber accedido a las tablas de sueldos del Poder Judicial como mínimo, cosa que yo no pude hacer por no estar disponibles en Internet.¿Es correcto mi cálculo? No puedo asegurarlo, pero en todo caso es mas posible que el dado por la periodista, basado en un chimento.Tengan fe.Dios proveerá.

domingo, 6 de octubre de 2013

Pensándolo bien.....(XXV)



La problemática mundial Alimentos-Población (VI)









Esta es la sexta entrada sobre el tema del título (después de un breve interregno desde Enero, producto de que mi molicie tiene un crecimiento exponencial, como la población).
Recomiendo curiosear la serie de entradas anteriores aquí, porque ¿Si no me hago propaganda yo, entonces quién?
A partir de ésta comenzaremos a evaluar la disponibilidad actual y futura de alimentos a fin de contrastarla ulteriormente con las proyecciones de población mundial.
Cuando comencé la serie, en uno de los comentarios me señalaban que las hambrunas se deben a la desigual distribución del poder mundial pero que técnicamente la escasez no existe ni existirá porque la técnica y la tecnología permiten el incremento continuo de los alimentos disponibles.
Como yo soy desconfiado incursionaré igualmente en el estudio de la posibilidad o no de que efectivamente se produzca tal incremento continuo y cual sería o debería ser su magnitud, oportunidad y condiciones.
Donde no me meteré es en lo referido a como se distribuye o distribuirá ese alimento, aunque reconozco la importancia del tema. Es conocido el chiste de que si un tipo come dos pollos y otro ninguno para las estadísticas el consumo será de un pollo por persona.
Yo me limitaré a averiguar la posible cantidad de pollos, digamos.
Hace muchos años incursionaba en la forma de distribuir igualitariamente los pollos pero me cansé de que me corrieran a cascotazos, el que se comía dos pollos.. ¡y el que no se comía ninguno! Así que esa parte se la dejo a las nuevas generaciones.
La posibilidad de que la producción de alimentos u otros materiales imprescindibles no alcance a satisfacer el requerimiento global de la humanidad como consecuencia de su crecimiento ha sido tratada como ya dijimos desde hace centurias y la discusión continúa hasta la actualidad.
Creo útil hacer una reseña de algunos de los tratadistas sobre el tema como introducción:

1-Benjamin Franklin, Georges Buffon. Robert Wallace.
Tan temprano como el siglo XVIII estos estudiosos y otros expresaron su preocupación por la posibilidad de que la población creciera más rápido que la producción de alimentos.
Según Marx, Malthus tomó de Wallace, que como el mismo Malthus era “minister” ( o sea cura, bah), sus postulados.

2-Thomas Robert Malthus
En 1798 en un "Ensayo sobre el Principio de Población" postulaba rendimientos decrecientes de la agricultura y magnitudes crecientes de población y enunciaba su conocido principio que ya comentara.
Proponía como remedio el control de la población mediante la abstinencia y los matrimonios tardíos (de la negrada, por supuesto).

3-Club de Roma
Es (entiendo que continúa existiendo) un centro de estudios privado originado en Europa y conformado por empresarios, funcionarios y otros. A través del M.I.T. encaró el estudio de la problemática población-alimentos y en 1972 publicó sus conclusiones en el documento “Los límites al crecimiento” donde sostenía que “el planeta alcanzará los límites de su crecimiento en el curso de los próximos cien años. El resultado más probable sería un súbito e incontrolable descenso, tanto de la población como de la capacidad industrial“. Pronosticaba el colapso antes de 2075.
En1992 en otro estudio intitulado “Más allá de los límites del crecimiento” sostenía que ya se había superado la capacidad de carga del planeta para sostener su población”. En vista de estas brutos pifies podría sospecharse que esos gringos le dan duro al Johnnie Walker, pero no nos apresuremos a juzgar porque a veces hasta los curdas dicen cosas útiles.

4-Paul Ralph Ehrlich.
Este entomólogo de la Univ. De Stanford reflotó las posturas de Malthus a partir de su obra “La Bomba de la Población” (1968) a la que han seguido varios otros trabajos hasta la actualidad.
Propone el control de la natalidad y aboga porque el tema sea tomado por la O.N.U.

5-Optimum Population Trust
Es una organización Inglesa en la misma línea, que postula como óptima una población mundial no mayor a 5000 millones de habitantes. (desconozco que planean para los 2000 y pico de millones que ya estarían sobrando)

Para completar el panorama debo enlistar algunos de los que tienen una postura diametralmente opuesta, esto es: todo está bien y seguirá mejor.
Pongo algunos:

1-Julian Lincoln Simon
Este era un economista Estadounidense que ya no cuenta en la problemática de población (dejó de ser un problema de numerario en 1998)
Dicrepaba con Erlich y representa el arquetipo del optimismo: los recursos pueden ser ampliados lo que sea necesario gracias al desarrollo de la tecnología y la misma puede superar los inconvenientes ambientales.

2- Ester Boserup
Era una economista Dinamarquesa, que también dejó de ser problema de población en 1999, pero que encontré citada en varios trabajos sobre el tema.
En un libro titulado “Población y cambio tecnológico” desarrolló su tesis de que el aumento de población impulsa el cambio tecnológico, lo que a su vez da respuesta a los requerimientos producto de ese aumento.

Bueno. Hay varios más, pero no los aburriré. Sólo diré que los optimistas en mi opinión escribieron también bajo los efectos del Johnnie Walker.
En las próximas entradas discurriré sobre las perspectivas referidas a producción de alimentos y luego un gran final de conclusiones.

Eso sí, no hay garantía de que mis conclusiones no parezcan también producto de la ingesta de Johnnie Walker.


viernes, 4 de octubre de 2013

Piedra libre para Baseotto

“Los que escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar”.












¿Recuerdan la frase? Bueno, es de la Biblia, pero la escribió en 2005 Su Flatulencia Reverendísima Monseñor Antonio Juan Baseotto, Obispo Castrense en ese momento, recriminando al Ministro de Salud de la Nación Dr. Ginés González García por el proyecto gubernamental de instituir un programa de educación sexual que incluía la libre distribución de profilácticos y anticonceptivos.
El Presidente Néstor Kirschner le dio el inmediato raje según correspondía ante semejante exabrupto que sugería fuera de toda duda la licitud de tal tipo de castigo a quien se opusiera a los dictados de la Santa Madre Iglesia o a la interpretación libre de tales dictados, como por ejemplo lo hicieran hasta poco antes los señores milicos a los que Su Flatulencia Reverendísima prestaba auxilio espiritual -que le dicen- y contara con el asentimiento por acción u omisión por parte de los emisarios del Señor (entre ellos uno que ahora está de moda, se recibió de bueno y es Capo di tutti i Capi)
El raje se concretó por decreto 220/2005, dejando sin efecto el acuerdo con el Estado Vaticano para su nombramiento.
El Estado Vaticano, como corresponde a tan noble Estado se pasó por las bolas la decisión soberana del Estado Argentino y lo siguió reconociendo como Obispo Castrense hasta que el quia solicitó el retiro en el año 2007.
En el interín nuestra inefable Jueza Servini que Cubría desestimó la denuncia de nuestro gobierno por la comisión del delito que configuraban las aseveraciones de Baseotto ¡La pucha con la Justicia cooptada por el Kirschnerismo!
Pero para completar el agravio, resulta que el mencionado inició una demanda contra el Estado Argentino para que se le reconociera la jubilación correspondiente a los Obispos que cesen en su cargo de esforzados servicios por enfermedad o por haber cumplido la edad de 75 pirulos durante su ejercicio. Este beneficio les es reconocido a esos santos varones por Ley 21540 y consiste en un emolumento equivalente al sueldo de Juez de primera instancia con el adicional por permanencia y 30 años de antigüedad (estas últimas características según lo establecido por el compañerísimo Duhalde por decreto 1216/2003).
Aclaremos que el señor cura no quedaría librado a la beneficencia de los fieles en ningún caso, pues a todos los curas les corresponde un retiro pagado por el Estado Argentino a partir de los 65 años equivalente a la jubilación mínima según lo establece la ley 22430 del muy piadoso Videla.
Pero al piadoso Baseotto eso le resulta poco indudablemente para su recoleta y cristiana existencia y en consecuencia aspira al otro retiro, que según mis cálculos equivale a unos 40.000 pesos mensuales ¡Puta que podrá comprar hostias, me cago en la hostia! (diría un gallego).
Bueno. Nada de esto sería tan grave. Por sus obras los conoceréis, diría el Señor. ¡Lo grave es que el 12 de este mes el Juzgado 9 de Seguridad Social le reconoció razón y ordena que se le pague la jubileta de Obispo Castrense! ¡Recontrapucha con la justicia cooptada por el Kirschnerismo, diría Stolbizer o tantos otros!
Lo verdaderamente sorprendente es la fundamentación de tal medida por los señores jueces, cuyos nombres doy para que no se los olvide y se les envíen saludos a sus mamás:
JUAN CARLOS POCLAVA LAFUENTE JUEZ DE CÁMARA
LUIS RENE HERRERO JUEZ DE CAMARA
Y es sorprendente porque:
1-El santo varón dejó de ser Obispo Castrense 2 años antes de su retiro, con lo que la ley no lo reconoce como apto para el beneficio.
2-El nombramiento debe hacerse mediante previo acuerdo entre La Nación Argentina y la Santa Sede (que le dicen) y así se hizo en su momento
3- La destitución del santo varón se hizo dejando sin efecto el acuerdo antes referido.
4- Los señores jueces dictaminan “El Poder Ejecutivo Nacional, carecía de facultades unilaterales para disponer la remoción del Sr. Obispo Castrense, Monseñor Antonio Juan Baseotto, por tratarse de un acto jurídico complejo que necesariamente hubiera requerido un estudio o acuerdo previo con la Santa Sede
Resumiendo: Sostienen que si bien el cargo requiere el acuerdo de las partes y tal acuerdo se efectivizó para el nombramiento, el desacuerdo para su continuidad por el estado Argentino no tiene validez ¡porque no hubo un acuerdo de partes para el desacuerdo de una de ellas, que para peor es la que resulta injuriada si no se obedece su desacuerdo!
Baseotto, gracias a Dios y a la ¿Justicia? Gozará de un retiro jugoso, que le permitirá por suerte comprar muchas piedras de molino si así lo desea para atar al cuello de los que él designe.

Será injusticia