martes, 18 de octubre de 2011
Pensándolo bien.....(XVIII)
Los Originarios (VI)
6- Prólogo del meollo del asunto
¿Cual ha sido el objeto de todas las entradas anteriores? Desmitificar, poner en su justo término las historias, las culturas, los antecedentes morales y sociales de los grupos preexistentes, indios, naturales, aborígenes u originarios.
Porque solo así podremos valorar, comprender y determinar la justeza y/o viabilidad de sus reivindicaciones.
Podemos decir que hay dos aspectos o reivindicaciones que cabría definir como centrales de lo aborígen: Tierras y cultura.
De la primera exigen la posesión, de la segunda exigen el mantenimiento y ejercicio.
Pero al mismo tiempo hay otras reivindicaciones accesorias que sin embargo guardan especial importancia y se entrelazan en algún punto con las centrales: las exigencias del soporte estatal en salud, educación, asistencia económica, técnica y de vivienda y servicios.
6.1- La tierra.
He dicho en exposiciones anteriores que todas las culturas aborígenes aceptaron un sólo derecho para la posesión territorial. Este derecho puede resumirse así: El que fuera capaz de pegar el garrotazo mas fuerte se acreditaba la posesión.
Si lo vemos bien, es el mismo derecho que conocieron y aceptaron todas las culturas humanas hasta la formación de los estados-nación y el derecho moderno (no les quedaba otra).
Hasta tal punto es así que ese fué el derecho aplicado por las invasiones española, portuguesa, inglesa y francesa sin interrogarse sobre la corrección de ese proceder (o quizás peor, escudándose en la religión para el caso de los galaicos).
También es cierto que los estados-nación modernos aceptan un derecho "de iure" y otro derecho "de facto". Y que el derecho de facto sigue consistiendo en el garrotazo mas fuerte.
Pero volvamos a los pueblos originarios; hemos expuesto someramente casos que muestran el proceso de reemplazo, eliminación o sometimiento de algunos grupos aborígenes por otros .
No son todos ni lejanamente. Ese proceso se dió incontables veces en toda América y a lo largo de siglos y puede decirse que en algunos territorios aislados continuó hasta tiempos recientes (Amazonia, nordeste brasileño, Patagonia Argentina y Chilena), así que los casos son numerosos.
Es decir entonces que la conquista aplicó el derecho de gentes imperante, pegó el garrotazo mas fuerte y se apropió de América.
¿Cúal es entonces la validez del reclamo de tierras que lo aborígenes fundamentan en ese proceso, que no hizo más que aquello que esos mismos grupos ejercían y aceptaban como práctica usual (podría aventurarse: como práctica cultural)?
Ninguna, pues lo fundamentan en un derecho posterior -y ajeno a lo que ellos aceptaban como corriente-, el de los estados-nación modernos y sus doctrinas jurídicas.
Es decir, argumentan la validez de un derecho que efectivamente reconoce la apropiación de algo por la fuerza como delito, con lo que paradójicamente aceptan la validez de la sociedad moderna, pero intentan aplicarlo a un hecho anterior a los que aplican ese derecho y catalogando como punible aquello que ellos aceptaban y aplicaban naturalmente, siendo que ese mismo derecho moderno no acepta aplicar la ley a hechos anteriores a la misma, como principio general, y lo reclaman sobre la base de una supuesta responsabilidad de esa sociedad moderna cuyo derecho niegan.
Es un perfecto ejemplo de instrumentación lógica circular, que no admite resolución.
Como decían los romanos, "Dura lex, sed lex". La ley es dura, pero es la ley (y a continuación aplicaban igual el principio del garrotazo, pero bueno...).
Pero también debe considerarse la violencia aplicada luego por lo que ya comenzaba a ser nuestro Estado-nación con las matanzas de Rosas y de Rauch y de nuestro estado-nación hecho y derecho con las campañas de Roca y subsiguientes (la Triple R que precedió a la Triple A).
Antes de seguir, aclaremos que lo de "estado-nación" es una figura que busca interpretar la organización moderna pero que tiene poco de lo que dice. Basta mencionar a España, Canadá, Yugoslavia y Bélgica para mostrar que son en realidad acuerdos frágiles en los que aceptan vivir a regañadientes diversas nacionalidades que poco de afines tienen entre sí.
Sin embargo, nos guste o no son la mejor manera de organizar poblaciones encontrada hasta ahora. Los humanos seguiremos intentando.
Mientras tanto, volvamos al asunto.
Yo creo que hay dos fases bien diferenciadas de las guerras contra los grupos aborígenes:
Las campañas del sur, dirigidas fundamentalmente contra los mapuches, y las del norte.
Tal como comentamos en entradas anteriores los Mapuches ingresaron a este lado de los Andes (y masacraron a grupos aquí asentados desde antiguo), ya con posterioridad a la Revolución de Mayo.
Así que este caso no cuadra en la agresión y desconocimiento de pueblos preexistentes, independientemente de la inhumanidad y brutalidad puesta de manifiesto en esas campañas.
Por otra parte nadie puede ignorar que en todo caso las incursiones de los Mapuches sobre poblaciones pertenecientes al estado incipiente resultaban igualmente delictivas y feroces.
Ciertos grupos no Mapuches eran igualmente salteadores frecuentes desde el este de Buenos Aires hasta Córdoba. Esta era sencillamente la conducta cultural de los pueblos primitivos
En las campañas del noreste en cambio la agresión se abalanzó sobre poblaciones asentadas con anterioridad a la Independencia, si bien también es cierto que esos grupos (o algunos de ellos) también atacaban las explotaciones agrícolas y poblados modernos, digámoslo así, y desconocían igualmente la potestad del estado moderno.
Hemos mencionado también que varios grupos tribales aceptaron en cambio el trato amistoso (es una manera de decir) de los modernos y hasta combatieron a sus órdenes contra otras tribus o por alguna de las facciones en las guerras civiles.
Como puede verse la historia humana (y nuestra historia no escapa a las generales de la ley) no es lineal, no es negro o blanco, buenos o malos, civilización o barbarie, no es el Billiken Mitrista ni el Billiken revisionista.
Este punto no termina aquí, falta una buena parte...
Pero por ahora, para que no se les amontonen las puteadas, la corto y sigo próximamente.
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3 comentarios:
Me he permitido copiar tus posts en mi blog de vez en cuando, antes con el tema minero y luego una sobre los american indians, porque comparto en general tus apreciaciones en una época en la que se confunde a Pïncén con un bebé de pecho y se desconoce que los quechuas hicieron un Alca con su Tahuantinsuyu, de modo tal que ¿por qué los voy a reinvidicar? Hay aqui una cuestión de colonización cultural de por medio.
No se conocen civilizaciones que no hayan absorbido o destruido a otras si podían hacerlo. Creer que los segundones españoles iban a andar con miramientos, es ingenuo. Aquí se impuso una civilización con mejores herramientas (incluyendo las que disparan). Saludos
Mire 68,veo que sigue con sus lisonjas para congratularse con la opinión pública asi que si quiere le cedo los derechos sobre el título de mi blog,que a esta altura le vendría mejor al suyo que al mío.Y si le dentra el malón,alerte con un par de cañonazos y saldremos en partida con mis catrieleros pá auxiliarlo.Saludos.
Ok, pero sucede que los reclamos de tierras no son realizados en función de la preexistencia (al menos en su aspecto jurídico) sino en función de documentación específica elaborada por el estado argentino, que reconoce derechos sobre recortes del territorio delimitados. Dichos reclamos, además, son hechos por ciudadanos argentinos. Teniendo ello en cuenta, todo lo demás no se muy bien que sentido tiene.
Por lo demás, si alguien que muestra un papel que dice "cedasé a don Cañumil y sus descendientes a perpetuidad el lote xxx" quiere, además, imaginarse un pasado heroico y reinventar su historia no veo cual es el problema, que cada uno haga lo que quiera.
Pero el punto aquí es que el estado , durante más de un siglo, ha violado sistemáticamente los derechos en los que funda su legitimidad. Es por ello que se exige, en tanto ciudadanos, una reparación para los indígenas.
(no es central, pero creo que cuando, con razón, uno se ríe con sorna de las teorías mineras de quienes nunca vieron una de cerca, debería evitar en la medida de lo posible repetir teorías sobre la "araucanización de las pampas" que vienen siendo puestas en cuestión con evidencia arqueológica y etnohistórica sólida hace al menos cuatro décadas).
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