domingo, 5 de septiembre de 2010
Te cuento un cuento (X)
Delirio
Han pasado muchos años desde entonces. Tantos que la mayoría de los recuerdos empiezan a volverse fantasmales y veces me doy cuenta que relato como propíos hechos que me contaron otros colimbas (otros combatientes, solemos decir). Y no porque mienta.. En realidad la historia es de todos nosotros y con el tiempo se produce como una simbiosis..y cuesta separar lo propio de lo ajeno, quizás porque en la guerra no hay lo propio y lo ajeno, no sé.
Sin embargo, aquel día no; ese está fresco como si recién estuviera sucediendo.
Tanto que a veces me voy por el recuerdo y cuando reacciono me encuentro con que alguien me mira como si estuviera loco, esperando que siga con una frase que dejé a medio hilvanar o un vuelto que me olvidé de dar.
Es que ese día murieron.. Gauna, y Tarditti, y Regunaga, y Quispe, y ...... ese día murieron todos, bah. Todos los que estaban allí, enterrados en las posiciones de la base del Monte Longdon, en la primera línea de defensa.
Bueno, todos no; el capitán Molinari no murió y yo tampoco.
A la nochecita empezó el ataque inglés con fuego de artillería, morteros y ametralladoras.
Al principio respondimos lo mejor posible, pero detectaban la posición y concentraban sobre el lugar tal vendaval de fuego que los morteros nuestros se fueron callando uno a uno.
Yo estaba con Gauna en un pequeño pozo que habíamos cubierto con unos tablones gruesos y sobre ellos piedras grandes, turba y ripio.
Estábamos con los pies metidos en el barro helado y pestilente de la turbera mezclado con nuestros propios orines, porque en las 12 horas anteriores al asalto inglés ya no nos atrevimos a abandonar el refugio.
Desde allí escuchamos sobrecogidos de espanto los gritos de agonía de los heridos, los rugidos de rabia y desesperación de los hombres a los que les llegaba la muerte anunciada en el silbido siniestro de un obús enemigo y el espantoso estruendo de las explosiones buscando nuestras madrigueras metodicamente.
Mucho después leí que algunos hombres de Pizarro se mearon encima antes del primer ataque que los llevaría finalmente a la conquista del imperio incaico. Desde entonces no me avergonzó tanto que me hubiera sucedido lo mismo aquella madrugada, pero nadie nos había preparado para eso.
El capitán Molinari se jactaba siempre de como mataba subversivos en el Operativo Independencia, en Tucumán y que lo mismo les haría a los gurcas.Y nosotros le creímos.
Nunca reparamos que no hablaba de matar ingleses, sino gurcas, y que todas sus hazañas guerreras referían ejecuciones de prisioneros, no combates. Con los años entendí que para él los gurcas, los guerrilleros y los colimbas (que eramos todos pobres y casi todos "cabecitas") entrábamos en el mismo montón, pero los ingleses no. Esos eran "gente como uno", blancos, occidentales y cristianos.
Pero en aquel entonces eramos tan jóvenes, tan ingenuos..
Cuando los ingleses le acertaron al pozo mas cercano a nosotros recibimos una catarata de piedras, maderas y algunos objetos raros que después descubrimos con horror que eran restos de nuestros compañeros. Gauna lo descubrió cuando quiso apartar uno de aquellos pedazos que estaba frente al cañón de la ametralladora pesada y ahí fue cuando se puso loco. Salió del pozo disparando el FAL en ráfagas y gritando desaforado "Vengan gringos hijos de mil putas, vengan a pelear como hombres, la puta madre que los remil parió!".
Después se quedó en silencio y entonces reparé que no se oía mas nada. Toda nuestra posición habían enmudecido. Los ingleses tampoco disparaban mas. Eran profesionales, ellos sabían que la posición ya estaba liquidada y solo restaba el trabajo de limpieza.
Solo se escuchó un disparo mas. Con mira infraroja seguramente, uno de aquellos desgraciados le voló la cabeza a Gauna y me bañó con su sangre y sus sesos.
Me parece sentirlo de nuevo cada vez que el recuerdo vuelve y me siento como mojado, huelo de nuevo la sangre sobre mis brazos, sobre mi cara, sobre mis manos, me arrincono como aquella madrugada y me quedo muy quieto.....
Al rato, cuando amaneció, aparecieron los ingleses y me tomaron prisionero.
Alinearon los cuerpos de mis companeros y ahí me dí cuenta que el Capitán no estaba.
Lo ví al tiempo, tal vez cuatro o cinco años después de Malvinas, en las fotos que acompañaban un reportaje, luciendo una medalla "al heroico valor en combate" y reunido en Inglaterra con los mismos ingleses que nos hicieron trizas aquel día, sonriente y seguro de si mismo.
El artículo decía que todo rencor estaba ya olvidado y que él se sentía amigo de esos profesionales.
Por eso me voy por el recuerdo, cada tanto. Y entre las brumas de mi delirio lo mato cada vez de una manera distinta, vengo a todos los que murieron mientras el cobarde huía y casi siempre termino bañado en sangre, pero es la suya.
Eso es lo único que me mantiene vivo.
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4 comentarios:
Contundente compañero, que bueno para leerlo el 2 de abril o el 24 de marzo del año entrante en la escuela.
No te conocia este cuento 68. Me parecio genial. Recuerdo cuando mama preparo uno de esos bizcochuelos hipercaloricos siguiendo las instrucciones que nos habian dado en clase -creo. Yo tenia 11 anos y queria la torta para mi (como toda mente inmadura, era muy egocentrica).Envuelto en papel celofan , lo llevamos al colegio, que era el punto de recoleccion, y alla fue... Habra ido a parar al estomago de algun capitan Molinari?(tambien de mente egocentrica y por lo tanto, presumiblemente inmadura). Ojala que no.SP
Manuel, gracias.
SP: Efectivamente tu ofrenda no se la comió un Capitán Molinari, probablemente se pudrió junto con miles más en almacenes de tierra firme y Malvinas, según se supo después que pasó, porque no las distribuyeron. Los colimbas a veces robaban y mataban ovejas de los Kelpers para poder morfar (algunas veces lo habrán hecho al divino botón, sobre todo los de orígen campesino, no somos ángeles).
Este cuento, como pasa con muchos, es un compendio imaginario o literario de cosas que realmente sucedieron, desgraciadamente, incluyendo el desequilibrio psíquico del narrador (la realidad ha producido incontables suicidios).
La defección de muchos de los milicos ante el combate abandonando a sus tropas está demostrada.(Otros cumplieron con su deber seguramente, pero es notable que no se mencionan caídos de la oficialidad, es algo que tengo que averiguar, algunos debe haber)
La confraternidad de asesinos militares argentinos con los asesinos profesionales ingleses departiendo amistosamente después de la guerra en Inglaterra salió en documentales y fotos, yo mismo las he visto, y decían cosas tales como que todo estaba olvidado y aquí no ha pasado nada.
La cobardía cipaya de nuestros milicos tiene un ejemplo arquetípico en la rendición de las Jeorgias sin disparar un tiro por el matamonjas Alfredo Astiz, que ese mismo día cenó con los Ingleses, todo bien, no eran subversivos.
Las condiciones de atrincheramiento igual, se ha relatado tal como yo la cuento.
Lamentablemente la realidad suele superar a la ficción,¿siempre para mal?.
Cariños
Cuando pasó lo de Malvinas tenía 14 años, y siempre me pareció desmseurado, me parecía increíble el relato triunfalista de Gomez Fuentes y el "vamos ganando"... Seis años después, cuando me había mudado a La Plata, un joven profesor sobreviviente del Regimiento 7 - si mal no recuerdo- nos habló del su sufrimiento allá, que era el de tantos muchachos como vos, los colimbas, hambreados y abandonados por los oficiales que los estaqueaban por robarse algo para comer y huían del enfrentamiento concreto. Y lo peor, después del horror de la guerra y el engaño, era el mirar para otro lado de gran parte de la sociedad que ya no quería acordarse. No se puede olvidar lo de Malvinas y menos aún desde el relato de los que la sufrieron doblemente: por los ingleses -el enemigo externo- y por los militares argentinos que no sabían pelear una guerra convencional sino matar y torturar civiles...más allá de alguno que se comportó dignamente, pero que conforma la excepción.
No se puede olvidar, y hay que contárselo a nuestros/as hijos/as. Gracias por compartirlo, la realidad supera lo imaginable, es cierto, muchas veces para mal pero no siempre.
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