viernes, 28 de mayo de 2010

Te cuento un cuento (IV)


EL talón del Quini
El tipo miró por un momento el talón del Quini. Jugaba al dia siguiente. ¿Y si salía? ¿Y si todos los dolores, las penas, las frustaciones se borraban de un plumazo, como lo había imaginado tantas veces? Sonrió amargamente y se respondió a si mismo: No me agarrás mas, gil! Se pegó el tiro ahí nomás y quedó tirado con ese aspecto de títere roto que suelen tener los muertos "en trágicas cirscunstancias " , como dicen los periodistas. El talón del Quini quedó entre los dedos agarrotados del finado, y de allí lo extrajo trabajosamente el cabo Diegues cuando revisaba el cuerpo en busca de documentos para iniciar las actuaciones del caso y sobre todo en busca de cualquier cosa de valor que pudiera afanarle. El talón del Quini era todo lo que el tipo tenía a excepción del revólver, que en estos casos no puede ser recaudado por los leales servidores del órden debido a que es el cuerpo del delito.
El cabo era un soñador también, a su manera, y sobre todo muy dado a la interpretación mística de las cosas, así que el resto de su guardia se tejió toda una película sobre el asunto y cuando a la madrugada volvía a su casa ya se sentía casi ganador merced a ese papelito que le parecía como un mensaje de la muerte a la vida, de la desesperanza a la ilusión y no sé cuantas cosas más que su mente había elaborado hasta volverlas casi reales.
La casa del cabo quedaba justo al lado de la villa y en realidad no se diferenciaba demasiado de los ranchos de la misma, a no ser porque el terreno estaba rodeado por alambrado y era de forma regular. Fué contra ese alambrado que lo estamparon dos vaguitos de la villa que iniciaban esa noche su carrera delictiva y que solo le sacaron al infeliz cuatro pesos, un reloj pulsera y un boleto de Quini seis. Cuando encontraron el arma reglamentaria al revisar el bolso se pusieron locos y aunque el tipo estaba desmayado por los golpes lo remataron ahí nomás, con su misma pistola, y salieron como cohetes hacia el pasillo de la villa. Cuatro pesos alcanzan solo para un tetrabrik, así que a eso del mediodía salió el mas decidido de los dos a ver si podía conseguir algún mango por el reloj y de paso a campanear el ambiente.
Por las dudas salió calado con la pistola del cabo, aunque no le sirvió de mucho, porque la mujer del cabo había alcanzado a verlos cuando lo remataban, los reconoció y había como treinta canas esperando que se asomaran.
Intentó sacar el arma y en ese movimiento se le cayó el talón del Quini que guardaba en el mismo bolsillo. Claro que el no se dió cuenta porque en ese mismo momento se estaba muriendo, atravesado por vaya a saber cuantos plomos, y quedó tirado como otro títere roto, con una pierna sobre el talón del Quini en el único sitio que quedó seco, porque el resto era un lodazal de sangre y tierra.
Nadie reparó en el papelito cuando levantaron el cuerpo y allí quedó, moviéndose suavemente con el viento, hasta que pasó Don Cosme, un viejo que tenía la poca vista que le quedaba especializada en escudriñar el suelo desde el tiempo en que juntaba fierro por las calles y al costado de las rutas. Ahora, como se sabe, ya no es negocio juntar fierro porque no pagan nada y don Cosme se mudó al ramo de la recolección de cartón y latitas de gaseosas. A eso iba cuando encontró el billete de Quini, y eso hizo toda la noche, sin pensar ni una vez en ese taloncito, porque Don Cosme ya estaba de vuelta, ya no perdía su tiempo en sueños ni ilusiones. Pero a la tarde siguiente se acordó de golpe, vaya a saber porqué, y se fué derechito a la agencia de lotería mas cercana con su andar pausado, ese andar de los víejos que parece como que no quisieran llegar porque en realidad van a ninguna parte.
Y en realidad tenía razón al no apurarse, porque para variar ese talón de Quini no había acertado ni uno de los putos números de la jugada.

4 comentarios:

Airdish number dijo...

La última oración es brillante. El resto me hizo por momentos como un frío en la panza, pero calculo que lo habría apreciado más si no fuera viernes a las 7:51 y ya me voy de la oficina para empezar el fin de semana...

Saludos

Anónimo dijo...

Como de costumbre 68 nos dejas a todos con una estela de amargura muy bien creada. Sos un genio de la mala onda! SP

Diego Quiles dijo...

justicia final.

68 y contando (y van 75) dijo...

Gracias a todos