jueves, 16 de junio de 2011

Me salió un versito (XXXII)



Versos para los mios

Que ganamos entonces, que nos queda
de nuestra interminable trashumancia?
Si no hicimos fortuna ¿qué ganamos
del incansable andar de las distancias?

Hagamos el balance: yo recuerdo
horizontes pintados con montañas,
el murmullo del agua entre las peñas
y el aire transparente en las mañanas.

Aquel límpido orgullo de la coya
porque su hija se graduó en primaria
y el viento que tocaba en las ventanas
su samponia de coplas milenarias.

Guardo del sur (y lo guardo del norte)
un mismo pastorcito en mi recuerdo,
que camina la tierra interminable
solo en la soledad, y a paso lerdo.

Recuerdo aun la sigilosa nieve
alfombrando nocturna las laderas
y moldeando carámbanos de hielo
para adornar los techos y las puertas.

Y lo recuerdo al mar cuando en la noche
bramaba por detrás del parapeto
hasta dormirse azul en la mañana,
tanto feroz ayer como ahora quieto.

La noche al norte, su misterio negro
como solo esa noche puede serlo
y el crepúsculo al sur, con arreboles
que el alma duele de placer al verlos.

¿Qué mas puede pedirse, me pregunto?
¿qué fortuna podría, qué dinero
comprar las cosas que vivimos juntos
y en el andando nuestros ojos vieron?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Este poema me llena el corazon de alegria. Sos un capo. El poema que elegiste para la columna tambien es fantastico, como siempre. Idolo! SP

68 y contando (y van 75) dijo...

Chasgras..ese muchacho Machado también promete