Cada conocimiento que me daban por cierto fue reemplazado por otro al tiempo. Los continentes fijos pasaron a ser móviles. El éter renació en la materia oscura. Rivadavia antes era bueno, ahora es malo. ¡El saber humano es tan amplio, contradictorio y cambiante! Hubiera querido ser un sabio pero hoy sólo me siento un SABIO EN IGNORANCIA, y cada vez más sabio en ignorancia a medida que el tiempo pasa. Así que si digo pavadas es porque el libreto es enorme y me lo cambian a cada rato, por eso..
viernes, 15 de noviembre de 2013
Baldomero Fernández Moreno
En 1886, el 15 de Noviembre, nació Baldomero Fernandez Moreno.Sus versos (algunos, como siempre) me gustaron mucho. Al punto de que hace muchos años solía buscar en diferentes barrios de Buenos Aires el edificio que le inspiró su verso más famoso. Me desvelaba encontrarlo y lo encontré. Lo encontré tantas veces que puedo estar seguro que nunca lo encontré. Y para peor los que decían saberlo me daban tres direcciones diferentes.
No importa.No encontré el edificio pero guardo el verso. Aquí va junto con otro de los varios encantadores que escribió. Salute
Setenta Balcones Y Ninguna Flor
Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?
La piedra desnuda de tristeza
¡dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta lleno de ilusiones?
¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un Clave…
¡Setenta balcones y ninguna flor!
Tormenta
Cuando el agua esperábamos ansiosos,
una nube de polvo cubrió el cielo.
Fue inútil cerrar puertas y ventanas:
nos invadió los hondos aposentos,
cubrió maderas, apagó cristales,
cayó sobre mis libros y cuadernos,
fue crujido gris entre los dientes
y ceniza fugaz en los cabellos.
El limpio patio se llenó de tierra,
de hojas, de plumas, de papeles viejos,
cantaron el vuelo unas palomas
y se encrespó ruidoso el gallinero.
¡Qué lástima me dio la madreselva
zarandeada, rota por el viento,
y mi sillón de voluptuosos mimbres
derribado de bruces en el suelo!
Pero brilló un relámpago de pronto,
estalló un largo trueno,
y veraniegas, numulares gotas
se abrieron paso por el sucio velo.
Y en seguida la lluvia
empezó a resonar sobre los techos.
Fue entonces un cerrar y abrir de puertas,
un respirar con los pulmones plenos,
un poner tinas bajo de los caños
que un chorro daban argentino y trémulo,
sacar las plantas de los corredores,
diosmas, jazmines, tímidos helechos,
y un gozo de cepillos y de escobas
guiando las aguas hacia el sumidero.
Igual cosa que hacían los de al lado,
y los de enfrente, y casi todo el pueblo.
Ahora todo es frescura y poderío,
el mármol brilla, el bronce echa reflejos,
los mosaicos parecen de oro puro,
el paraíso tiene un verde nuevo,
y en el umbral sentado de mi casa
miro sencillamente el universo.
No importa.No encontré el edificio pero guardo el verso. Aquí va junto con otro de los varios encantadores que escribió. Salute
Setenta Balcones Y Ninguna Flor
Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?
La piedra desnuda de tristeza
¡dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta lleno de ilusiones?
¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un Clave…
¡Setenta balcones y ninguna flor!
Tormenta
Cuando el agua esperábamos ansiosos,
una nube de polvo cubrió el cielo.
Fue inútil cerrar puertas y ventanas:
nos invadió los hondos aposentos,
cubrió maderas, apagó cristales,
cayó sobre mis libros y cuadernos,
fue crujido gris entre los dientes
y ceniza fugaz en los cabellos.
El limpio patio se llenó de tierra,
de hojas, de plumas, de papeles viejos,
cantaron el vuelo unas palomas
y se encrespó ruidoso el gallinero.
¡Qué lástima me dio la madreselva
zarandeada, rota por el viento,
y mi sillón de voluptuosos mimbres
derribado de bruces en el suelo!
Pero brilló un relámpago de pronto,
estalló un largo trueno,
y veraniegas, numulares gotas
se abrieron paso por el sucio velo.
Y en seguida la lluvia
empezó a resonar sobre los techos.
Fue entonces un cerrar y abrir de puertas,
un respirar con los pulmones plenos,
un poner tinas bajo de los caños
que un chorro daban argentino y trémulo,
sacar las plantas de los corredores,
diosmas, jazmines, tímidos helechos,
y un gozo de cepillos y de escobas
guiando las aguas hacia el sumidero.
Igual cosa que hacían los de al lado,
y los de enfrente, y casi todo el pueblo.
Ahora todo es frescura y poderío,
el mármol brilla, el bronce echa reflejos,
los mosaicos parecen de oro puro,
el paraíso tiene un verde nuevo,
y en el umbral sentado de mi casa
miro sencillamente el universo.
Que grande Baldomero. Un clasico SP
ResponderEliminarsatamente SP; satamente
ResponderEliminara que se refiere con timidos helechos? voluptuosos mimbres,
ResponderEliminar